Apps para desarrollar la creatividad de los niños
Este artículo nace a raíz de una conversación en el muro de Facebook Laura Mascaró , donde me he comprometido a escribirlo. El tema es la tecnología. Hay muchos padres y madres que se resisten a acercar a sus hijos a la tecnología, creyendo que les perjudica o que perderán las habilidades analógicas, etc. Pero lo cierto es que esta privación del acceso a las herramientas, que han venido para quedarse, abre una brecha de habilidades y destrezas entre estos niños y los que sí tienen esta oportunidad, una brecha que se agranda cada vez más y que puede suponer una gran desventaja competitiva en su vida adulta.
Es cierto que prohibir a los niños cosas puede tener consecuencias negativas. También sin embargo, Anca, es cierto que no se puede permitir que hagan todo. Y que es necesario establecer límites. Quizá el equilibrio está en determinar zonas temporales o espaciales en las que no se pueden hacer las cosas y zonas en las que sí.
ResponderEliminarUn saludo.
Claro que hay que poner límites. Quien no lo haga estará creando un monstruo y además un inadaptado social, porque la vida misma, en cuanto salga del hogar protector, se los pondrá.
EliminarPero creo que lo esencial no es el establecer espacios temporales o espaciales en la que se pueden hacer ciertas cosas, sino en discernir dónde poner esos límites. Cuando prohibimos algo por la simple razón de que nos molesta, estamos limitando indebidamente.
Pongamos un ejemplo común: pintar sobre las paredes de casa. Cuando un niño hace esto, la bronca es segura (con tres añitos, más o menos). Y el mensaje es "Eso no se hace". En mi opinión no tiene que haber bronca ahí porque no ha hecho nada malo. En este caso existe la opción de delimitar el espacio, no se puede pintar sobre las paredes del comedor, pero sí se puede pintar sobre las del cuarto infantil (forradas de papel continuo o no). En todo caso, ese "no se puede" tiene que ir acompañado de una explicación de por qué no se puede. Y te reto a que encuentres una razón válida, que vaya más allá de la necesidad de aparentar una vivienda exquisita, para que no se pueda pintar sobre las paredes del salón. Yo no la he encontrado. Tampoco encuentro razón para no poner papel continuo en el salón.
Esto es lo que vengo a decir, que prohibimos cosas por motivos sin importancia, basándonos en unos valores equivocados. Prohibimos la expresión del niño por mantener impecable la apariencia de un salón. Prohibimos el canto porque estamos cansados y agobiados por nuestros problemas y nos molesta. En la convivencia con los niños, los adultos somos egoístas y prohibimos todo aquello que nos molesta sin respetar sus necesidades. A eso me refiero.
Un saludo
Estoy de acuerdo con la opinión de Iván, de igual forma interpreto el post de Anca como una llamada de atención a la poca tolerancia de muchos adultos que puede amordazar la creatividad y pasión de un niño.
ResponderEliminarSí, es así, es poca tolerancia en la convivencia con los niños. Poco respeto, diría yo.
EliminarCompletamente de acuerdo contigo Anca...porque digo¿que daño le hace que cante? debemos dejar que canten..bailen..dibujen...investiguen..actúen..exploren...que se expresen!!! no creo tenga que ver los límites..es obvio que si se pone a cantar en un funeral no se lo vamos a permitir...y a dibujar en las paredes tampoco ( que siempre pueden tener papel y tendremos unos murales wow!), pero para eso estamos los padres..para guiarlos y decirles qué esta bien y qué no..no solo como dices.porque me molesta que cante..ni gritándole cállate! debemos aprovechar que son niños y dejarnos contagiar por ellos..que mucho se nos olvida que nosotros también lo fuimos.
ResponderEliminarun saludo Anca !
Exactamente. ¿Qué daño hace que canten, que bailen, que dibujen...? Y, mira, si en sus experimentos ensucian y rompen cosas, se trata solo de cosas, pero su infancia habrá sido vivida como es debido y eso no se lo va a quitar nadie.
EliminarUn saludo!!
A mí me ha costado mucho tiempo darme cuenta de lo que dices en tu entrada. Yo también era esa niña cantarina que sí o sí estaba cantando. Y bailando. No sé si de haber podido expresarme ahora me dedicaría a la música o no, pero lo cierto es que la única relación que tengo con la música es como apasionada (pasiva) de ella y que cantar y bailar me produce por un lado malestar, como de esperar algo que no sabes qué es, y por otro me atrae completamente.
ResponderEliminarEl problema es que cuando creces en un ambiente que no te deja que te expreses, en éste y otros ámbitos, al final pasan varias cosas: temes a tus impulsos naturales, porque ya los presupones malos. Te conviertes también en un robot, porque te has acostumbrado a hacer aquello que es aceptado (y si has vivido situaciones complicadas en casa, como niño, perder el sustento emocional se vive como una tragedia) y al final llegas a tu vida adulta con un malestar que no sabes muy bien de dónde viene y que si te dan tiempo libre no sabes qué hacer con él más que trabajar o hacer cosas por las que no te han reprimendado.
Es bastante turbador pasar de la treintena y decir que no sabes quién eres. Y no sabes quién eres porque ya desconfías de tu propia expresión, porque está tan reprimida que ni siquiera sabes lo que tú yo quiere expresar, ni cómo.
Lo bueno es que con mucha consciencia y trabajo uno se da cuenta de eso y a partir de ahí queda experimentar.
Lo que está claro es que no se puede coartar la expresión de alguien siendo niño, porque en mi opinión, lo hace más vulnerable en el futuro. Si encima se juntan circunstancias desafortunadas, el desastre está servido.
Me parece muy importante lo que cuentas, realmente al reprimir a los niños lo convierte en adultos vulnerables, que por no tener, ya no tienen ni confianza en su propia voz. Tu comentario es la continuación perfecta del artículo. Gracias.
EliminarMe parece muy importante lo que cuentas, realmente al reprimir a los niños lo convierte en adultos vulnerables, que por no tener, ya no tienen ni confianza en su propia voz. Tu comentario es la continuación perfecta del artículo. Gracias.
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